SOUP KITCHENS
JORGE GAMBOA DE BUEN
Después de respirar comer es la siguiente función vital de cualquier ser humano. Es imposible vivir mucho tiempo sin alimentos.
A través de la historia, avalado por prácticamente todas las religiones, la humanidad ha compartido el imperativo moral de 'alimentar al hambriento' y 'dar de beber al sediento'. Antes de la expansión del capitalismo y la globalización el tema era local. Sí había alimentos en una región nadie moría de hambre. Sí escaseaban la hambruna se generalizaba. Ahora, afortunadamente, se produce suficiente comida para los 8 billones de seres humanos aunque la pobreza y la desigualdad impiden su llegada a todos.
La pobreza y las catástrofes son los dos motivos por los que alguien se puede quedar sin comer. La pobreza puede ser estructural ó repentina como cuando suceden grandes cambios económicos, por ejemplo, en la gran depresión en Estados Unidos.
Las catástrofes pueden abarcar a centenares ó miles de seres. Un terremoto, una guerra ó un ciclón pueden dejar sin alimentos a comunidades enteras.
De todos los remedios y estrategias de corto plazo para mitigar el hambre las 'soup kitchens' parecen ser las más eficaces.
Las 'cocinas de sopa' modernas tienen sus orígenes en los siglos 18 y 19 en ciudades americanas y europeas. Cobraron notoriedad durante la gran depresión en Estados Unidos cuando millones de norteamericanos perdieron su empleo.
Las 'soup kitchens' son eso: cocinas que brindan sopa y pan a los pobres y hambrientos aunque el nombre se volvió genérico para abarcar toda clase de dispensarios de alimentos.
El tema se vuelve relevante porque en el desastre provocado por el ciclón Otis en el puerto de Acapulco y otras regiones del Estado de Guerrero claramente se pudo experimentar la dificultad de alimentar diariamente a cerca de 800,000 personas.
Las cadenas de suministro se rompieron y no había electricidad ni gas. Es decir no había alimentos pero tampoco como cocinarlos.
A las 72 horas del ciclón llegó el chef José Andrés con un amplio equipo de colaboradores para instalar varias cocinas.
José Andrés Puerta es un prestigiado chef español que ha tenido gran éxito en Estados Unidos desde hace más de dos décadas.
Su compromiso social lo ha llevado a fundar la ONG World Central Kitchen que durante la pandemia de COVID 19 sirvió más de 25 millones de comidas. También actuaron en el sismo de Haití en 2010 y el huracán María en Puerto Rico en 2017. Por esta labor ha sido propuesto como candidato al premio Nobel de la Paz. Ahora su ONG está distribuyendo miles de comidas en la franja de Gaza.
La distribución de miles de comidas diarias no solo resuelve la necesidad básica de alimentación sino libera a individuos y comunidades de gastar su tiempo en conseguir comida para poderlo dedicar a reconstruir, trabajar, estudiar ó cuidar a los enfermos.
En una versión no de emergencia la Alcaldía Miguel Hidalgo en CDMX tiene un programa de 'soup kitchens' en colonias populares donde por once pesos se puede adquirir una comida completa.
Ello permite a algunos mitigar su hambre pero a muchos otros, sobre todo mujeres, liberar el tiempo que se pasan comprando y cocinando alimentos para otros menesteres más productivos.
Las 'soup kitchens' nos demuestran una vez más como soluciones prácticas, sencillas, con pocos intermediarios y con una gran penetración social pueden contribuir no solo a atender emergencias sino a reducir la pobreza.
Las instalaciones pueden ser prestadas y son relativamente baratas, la mano de obra es buena y abundante – muchas personas sobre todo mujeres cocinan bien en México –. Si además se combina el apoyo a productores locales con las aplicaciones e iniciativas que reciclan los enormes volúmenes de comida desperdiciada en supermercados y restaurantes el círculo puede ser virtuoso.
Este año se cumplieron cinco décadas de la publicación del libro 'Small is Beautiful' (Lo Pequeño es Bello) del economista alemán Ernst Friedrich Schumacher que promueve el uso de tecnologías apropiadas en lugar de enfoques unitarios de gran escala para la solución de muchos de los problemas humanos.
Aunque muchas de las soluciones de grandes problemas, como el calentamiento global, tendrán que ser de escala planetaria otras como los esfuerzos de la fundación Bill y Melinda Gates para aminorar la mortalidad infantil en África son relativamente baratas y operan de abajo hacia arriba.
Una evaluación de las 'soup kitchens' como política pública seguramente daría por resultado que su relación costo-beneficio es superior a muchas otras.
Como las bicicletas, las 'soup kitchens' son un gran invento al que no hay que agregarle nada, es barato y resuelve problemas que atañen a toda la humanidad.