Los lideres del sector pueden generar valor y acelerar sus proyectos por medio de asociaciones y alianzas innovadoras, que impulsen el desarrollo tecnológico y la propuesta de servicios.

Por: Eduardo de la Peña, socio de McKinsey & Company México

El sector inmobiliario está en un punto de inflexión. Los cambios en las expectativas de los clientes, las nuevas normativas y el avance acelerado de la tecnología están redefiniendo las reglas del juego. Un ejemplo claro es la construcción “ecológica”. Lo que antes era un elemento diferenciador ahora es, en algunos mercados, un requerimiento para cumplir con las regulaciones, satisfacer las preferencias de los consumidores y cumplir con las expectativas de los inversionistas.

Además, otros factores aumentan la complejidad del sector. La implementación de nuevas tecnologías, como la inteligencia artificial generativa, ofrece enormes oportunidades, pero requiere conocimientos especializados. A esto se suman las tasas de interés más altas, las disrupciones en la cadena de suministro y la mayor incertidumbre del mercado.

Para dimensionarlo, en una encuesta reciente de McKinsey a 50 directores de inversiones de empresas inmobiliarias internacionales, casi tres cuartas partes de los encuestados señalaron las elevadas tasas de interés como un desafío importante. Además, el 84% mencionó las fluctuaciones en los costos de materiales y servicios como un problema, y más del 60% identificó la falta de conocimientos tecnológicos y la resistencia al cambio como principales obstáculos.

En este escenario, ¿cómo pueden las organizaciones del sector continuar encontrando y generando valor?

Pensar en socios “fuera de la caja”

Una estrategia cada vez más relevante es la adopción de asociaciones no convencionales, es decir, colaborar con actores que tradicionalmente no formaban parte del ecosistema inmobiliario, pero que pueden aportar capacidades, conocimiento y soluciones innovadoras. Me refiero a startups tecnológicas y empresas de energía sostenible, entre otras. Estas asociaciones ofrecen a los desarrolladores una oportunidad única para diferenciarse y fortalecer su propuesta de valor.

La experiencia en el sector ha demostrado que estas colaboraciones pueden generar beneficios significativos. Uno de ellos es la atracción de nuevos inversionistas, ya que integrar tecnología avanzada y modelos de negocio innovadores hace que los proyectos sean más atractivos para capitales en busca de iniciativas alineadas con las tendencias globales. Además, estas alianzas permiten obtener beneficios financieros a corto plazo al introducir eficiencias operativas que optimizan costos y tiempos de entrega.

La clave: integrar servicios, tecnología y experiencia

En nuestra experiencia en el sector inmobiliario, hemos observado cómo los líderes que han apostado por este tipo de colaboraciones han logrado no solo optimizar sus proyectos, sino también posicionarse como referentes en sostenibilidad y eficiencia. La clave radica en entender que el valor ya no se encuentra únicamente en la propiedad física, sino en la capacidad de integrar servicios, tecnología y experiencias que respondan a las necesidades de un mercado cada vez más exigente.

Para ejemplificar a lo que me refiero, recientemente vimos como un megaproyecto invirtió significativamente en una start-up automovilística y anunció que trabajarían de manera conjunta en el desarrollo, fabricación e infraestructura. En lugar de simplemente contratar a la start-up, el promotor del megaproyecto optó por esta colaboración para desarrollar capacidades internas y adquirir conocimientos en tecnologías futuras. También proyectó que la empresa conjunta generaría una fuente de ingresos nueva y diversificada.

Cinco pasos para crear asociaciones inmobiliarias no convencionales

El futuro del sector inmobiliario será moldeado por aquellos que estén dispuestos a explorar nuevos caminos y abrazar la innovación desde una perspectiva colaborativa.

El camino más gratificante para crear asociaciones no convencionales en el sector inmobiliario es pensar en el potencial a largo plazo de estas colaboraciones y en cómo las soluciones resultantes podrían aplicarse a proyectos posteriores. Para comenzar, identificamos cinco pasos como mejores prácticas: realizar una diligencia especializada (conocer detalladamente al socio); determinar el tipo de asociación (delimitar funciones, acciones y enfoques); definir, revisar y adaptar objetivos compartidos (conocer las principales operaciones del socio); desarrollar un modelo de gobernanza sólido (montar una estructura eficaz, considerando el equipo de gestión, la cultura organizacional y la gestión de riesgos); establecer métricas de rendimiento y estrategias de salida.

Las asociaciones no convencionales pueden ayudar a los líderes inmobiliarios a crear capacidades, experiencia y conocimientos internos en áreas importantes y decisivas, como la sostenibilidad y la tecnología. Cualquiera que sea el objetivo inmediato, las empresas que se asocian en busca de estrategias de vanguardia pueden hacer algo más que simplemente cumplir los estándares actuales y las expectativas del mercado: pueden evolucionar para convertirse en jugadores preparados para el futuro, con el propósito de mantener un crecimiento sostenible en sus organizaciones.