Blog

AGUA CDMX

AGUA CDMX

El verano es complicado para la Ciudad de México. Un día se inundan amplios sectores de la ciudad al tiempo que escasea el agua potable en muchas colonias.

La CDMX siempre ha tenido una relación compleja con el agua. La civilización prosperó en este valle alto y cerrado porque había agua dulce aunque Texcoco, el lago más grande, siempre fue salobre.

Los aztecas no se equivocaron. Una gran urbe como Tenochtitlán sólo pudo prosperar, en una latitud casi tropical, por estar a 2,000 metros sobre el nivel del mar. En la costa las enfermedades transmitidas por moscos hubieran diezmado la población.

Los poblados ribereños como Coyoacán, Xochimilco, Mixquic, Chiconautla, Cuautitlán o Popotla vivían en armonía con los lagos, manantiales y ríos, pero tenían muy poca población. Unos cuantos miles de habitantes a lo mucho.

Los aztecas eran guerreros y expansionistas. Al crecer su ciudad, a partir del islote fundacional, empezaron a tener inundaciones provenientes del lago de Texcoco. Construyeron el albarradón de Nezahualcóyotl después de que, en el reinado de Moctezuma Ilhuicamina, se anegó toda la ciudad. Esta obra: una cerca de madera y piedra, fue la obra hidráulica más importante de los pueblos indígenas según Torquemada.

Los españoles fueron más allá e intentaron, en la época del Virrey Luis de Velasco, evacuar las aguas del valle hacia el Golfo de México. Enrico Martínez fue comisionado para diseñar y construir el Tajo de Nochistongo y drenar la cuenca hacia el lago de Zumpango. Al final funcionó, aunque durante la obra se derrumbó, inundó a la ciudad y Martínez fue a dar a la cárcel. Hoy sigue funcionando junto con el Gran Canal de Porfirio Díaz.

El agua potable se tomaba de ríos y manantiales. La perforación de pozos para explotar los acuíferos subterráneos comenzó desde en la colonia, pero su uso se intensificó hasta el Siglo XX.

En los años 50 del pasado siglo, cuando el crecimiento demográfico de la urbe se volvió exponencial por la migración del campo y el crecimiento natural (pasó de 3.1 millones de habitantes en 1950 a 9.2 en 1970), se presentó un interesante debate sobre el tema.

Por un lado el Ing. Nabor Carrillo, que estudió en Harvard mecánica de suelos y después fue rector de la UNAM de 1953 a 1961, se interesó en los acuíferos del Valle de México. Realizó múltiples propuestas con el enfoque de utilizar el agua de los manantiales, ríos y las abundantes lluvias de una manera equilibrada. El lago de Texcoco y su gran capacidad de almacenamiento fue su prioridad con él doble propósito de almacenar las aguas pluviales y de resolver las inundaciones.

Pero al mismo tiempo el país, en plena posguerra, vivía una época de optimismo y crecimiento económico que hacía pensar que era cuestión de tiempo alcanzar el estatus de país desarrollado.

Empresas constructoras recién fundadas como la ICA (1947) proponían soluciones heroicas para los problemas del país. Estas soluciones siempre implicaban grandes obras: presas, carreteras, aeropuertos ó unidades habitacionales gigantescas.

En esta visión sí la ciudad requería más agua ¿porque no traerla de cuencas externas como Lerma y Cutzamala? y, sí sobraba el agua de las tormentas ¿porque no realizar magnas obras como el drenaje profundo para evacuarlas?

En síntesis: el primer modelo pretendía resolver el problema hidráulico dentro del valle, guardando el agua de lluvia y el segundo, que prevaleció, traía el agua de otras cuencas y la sacaba al norte.

El problema con este modelo hidráulico es que, una vez instaurado, fue imposible de revertir. Cuando se inicia una de sus obras como el acueducto de Cutzamala para traer agua ó un interceptor del drenaje profundo para evacuarla se requiere completarla al costo que sea.

Cuando el modelo dejó de funcionar por las altas inversiones, los gobiernos local y federal simplemente se paralizaron. Por ejemplo, en 1997 se paró la obra del acuaférico para llevar el agua del poniente (Lerma y Cutzamala) al oriente (Iztapalapa) a pesar de que se había construido la mitad.

A cambio, y ante la presión social, ahora se intentan soluciones, más simbólicas que efectivas, como la cosecha de agua de lluvia ó la infiltración al acuífero. También es más fácil culpar al cambio climático.

Pero en el día a día el drenaje se tiene que operar con los sistemas de presas del poniente y los interceptores del drenaje profundo y el gran canal. A nivel superficial y local el desazolve oportuno es indispensable, así como la corrección de drenajes y colectores dañados por el hundimiento. Todo ello antes de la temporada de lluvias. No cuando éstas ya comenzaron.

En relación al abasto de agua potable la CDMX (antiguo Distrito Federal) consume 33.4 metros cúbicos por segundo de los cuales 15.9 provienen del acuífero (extracción por pozos); 12.8 del Sistema Lerma/Cutzamala y 4.7 de ríos y manantiales.

Si bien el abasto del Lerma-Cutzamala ha disminuido en los últimos años el caudal total bien administrado, alcanza para dotar de 300 litros diarios por persona, que es el doble de la norma internacional, a los 9 millones de habitantes de la CDMX. Además la población de esta entidad disminuye.

La escasez, que utiliza la burocracia para tapar su ineficiencia, no es tal. Los problemas, no resueltos en décadas, son las fugas, la mala distribución, que se extrae más agua del acuífero de la que se repone por la infiltración de las lluvias y que sólo se tratan 3.4 metros cúbicos por segundo, el 10% del total.

El arreglo institucional es muy malo. La Tesorería cobra y la Secretaría de Gestión del Agua administra diluyendo las responsabilidades. De hecho cada vez se recauda menos por este concepto. Todas las ciudades del mundo tienen organismos (públicos ó privados) que administran, de manera integral, el agua. Inclusive en La Habana existe un organismo público-privado que la gestiona.

El sistema se ha deteriorado mucho en los últimos veinte años. Aunque la cobertura de tubería es casi total sólo el 23% de las tomas tienen agua todo el tiempo. Hay muchos edificios y centros comerciales que, aunque pagaron los derechos y construyeron la infraestructura solicitada, se surten con pipas de manera permanente.

Las pipas son controladas por mafias. Se pelean a los clientes de manera violenta y muchas veces roban el agua de la misma red. Es inexplicable que el aeropuerto de la CDMX erogue millones de pesos en pipas cuando siempre estuvo conectado a la red.

A la ciudad le urge meter orden. De lo contrario, como ha sucedido estos años, las crisis de desabasto por un lado e inundaciones por el otro se agudizarán cada verano. Ello generará serios problemas políticos y sociales ya que afectan al total de la población.

Como la planeación y ejecución de cualquier solución toma tiempo y es intensiva en capital debería regirse por planes muy bien pensados. Además deben ser ambiciosos y a largo plazo. ¿Que impide que nuestra ciudad tenga un plan a 30 años para mejorar su relación con el agua?

Un proyecto de largo plazo pondría a la CDMX al nivel de muchas ciudades del mundo que rescatan ríos, lagos y frentes de agua mejorando no solo su abasto y cuidado sino la imagen de la ciudad, el espacio urbano y la oferta recreativa.

Rescatar el rio de la Piedad (hoy Viaducto) e inundar el lago de Texcoco serían los símbolos necesarios de esta visión. Muchas ciudades del mundo lo están haciendo. ¿Por qué no la nuestra?

JORGE GAMBOA DE BUEN

Ferrocarril de Cuernavaca 76, P.7,
Col. Lomas de Chapultepec,
Alcaldía Miguel Hidalgo,
C.P. 11000, CDMX, México

Teléfonos
+52 (55) 5540 3181
+52 (55) 5540 3196
+52 (55) 5540 3046

InfoADI